![]() Para El País de España las actuaciones son lo mejor de IRIS Mayo 10, 2002
La fuerza de arrastre emocional que brota del portentoso
juego de roces y choques creado por esta formidable triangulación -que está
cuadrangulada con mucho talento y buen oficio por Hugh Bonneville, que encarna a John
Bayley joven- convierte en un auténtico tesoro cinematográfico un filme que formalmente
no pasa de correcto, bien escrito y realizado por Richard Eyre con solvencia, pero
también con mirada de vuelo corto, de escaso empuje formal. Es una maravilla ver cómo la impulsiva avidez de vida, de conocimiento, de libertad y de goce que transmite con contagiosa energía Kate Winslet (Iris Murduch con veintipocos años) se prolonga literalmente en la calma, en la serena falta de avidez, e incluso en los destellos del apagamiento final de Judi Dench (Iris Murdoch 40 años después). Y esto ocurre con milagrosa literalidad, hasta el punto de que los comportamientos y las oscilaciones emocionales de la segunda parecen prolongaciones físicas de los de la primera, como si una y otra fueran no ya el mismo personaje, sino la misma persona. Y casi otro tanto puede decirse del exacto dúo masculino trazado entre Bonneville (Bayley joven) y Broadbent (Bayley viejo). Admirable. Así, la mejor, la más solvente y refinada escuela interpretativa británica se apodera de la médula de la película y la eleva y ennoblece, la convierte, sin ser una obra de gran calado formal, en una pequeña cumbre intimista del cine europeo. Y el doble retrato de Iris Murdoch se hace un bello y grave golpe de cine considerado como forma de conocimiento y, en concreto, de conocimiento de la interioridad del doloroso y conmovedor tránsito de una mujer que fue un volcán de ideas hacia la reducción a cenizas de su inteligencia. Además: Entrevista a Judi Dench (léela en El País.es) |